10 oct 2012

LUZ BLANCA, SOMBRA NEGRA

de Louis I. Kahn, en "Conversaciones con estudiantes"

... Todas estas reglas y consideraciones constituyen el programa (si se lo quiere llamar así).
Pero programa es una palabra demasiado aburrida. Se trata de comprender la naturaleza de un conjunto de espacios donde es bueno hacer algo en concreto. Ahora bien, decís que algunos espacios deberían ser flexibles. Claro que algunos espacios deberían ser flexibles, pero también los hay que deberían ser completamente inflexibles. Deberían ser pura inspiración... sólo el lugar donde estar, el lugar que no cambia, excepto para la gente que entra y sale de él. Es el tipo de sitio que sólo al cabo de cincuenta años dices, “Eh, ¿te has dado cuenta de esto... y de aquello?”

Es una totalidad inspiradora, no sólo un detalle, un simple artilugio que insiste en gritarte. Es algo parecido a una especie de cielo, una especie de entorno espacial, terriblemente importante para mí. Un edificio es un mundo dentro de otro mundo. Los edificios que personifican lugares de culto, u hogares, u otras instituciones del hombre, deben de ser fieles a su naturaleza. Este es el pensamiento que debe perdurar; si muere, la arquitectura está muerta.


... Hablábamos antes, esta mañana de los tres aspectos de la enseñanza de la arquitectura.
En realidad, creo que no enseño arquitectura, sino que me enseño a mí mismo. Estos, sin embargo, son los tres aspectos:

El primero es profesional.
Como profesional tienes la obligación de aprender cuál debe ser tu conducta en las distintas relaciones... En las relaciones institucionales, y en tus relaciones con las personas que te confían un trabajo. En este sentido, debes saber distinguir entre ciencia y tecnología. Las reglas estéticas constituyen también un saber profesional. Como profesional, estás obligado a traduci el programa de un cliente a los espacios de la institución a la que sirven. Se puede decir que es un orden espacial,
o un entorno espacial de esta actividad del hombre que es tu responsabilidad profesional. Nadie debería tomar el programa y simplemente dárselo al cliente como si estuviera rellenando una receta médica.

Otro aspecto es la preparación del hombre para expresarse.
 Esta es su propia prerrogativa. Se le debe otorgar el significado de la filosofía, el significado de la creencia, el de la fe. Debe conocer las demás artes. Utilizo ejemplos que quizás ya he utilizado demasiadas veces, pero el arquitecto debe comprender su prerrogativa. Debe saber que un pintor puede volver a la gente cabeza abajo, si lo desea, porque un pintor no tiene por qué atenerse a las leyes de la gravedad. El pintor puede hacer puertas más pequeñas que las personas; puede pintar cielos negros durante el día; pájaros que no pueden volar; perros que no pueden correr; porque es un pintor. Puede pintar rojo donde ve azul.
Un escultor puede colocar ruedas cuadradas a un cañón para expresar la futilidad de la guerra.

Un arquitecto debe usar ruedas redondas y debe hacer sus puertas más grandes que las personas.
Pero los arquitectos deben aprender que tienen otros derechos... sus propios derechos. Aprender esto, comprenderlo, es dar al hombre las herramientas para hacer lo increíble, lo que la naturaleza no es capaz de hacer. Las herramientas tienen una validez psicológica, y no simplemente física, porque el hombre, a diferencia de la naturaleza, tiene capacidad de elección.

El tercer aspecto que se debe aprender es que la arquitectura en realidad no existe.
 Sólo existe la obra de arquitectura. La arquitectura existe en la mente. Un hombre que realiza una obra arquitectónico hace como una ofrenda al espíritu de la arquitectura... al espíritu que no conoce estilos, no conoce ni técnicas, ni métodos. Que tan sólo espera aquello que se muestra a sí mismo.

Hay arquitectura, y es la materialización de lo inconmensurable.
¿Se puede medir el Partenón? No. Sería un asesinato. ¿Puedes medir el Panteón, ese edificio maravilloso que colma las instituciones del hombre?